jueves, 29 de noviembre de 2012

Pin-up - XXIII - Carlos Diez



Nacido en Madrid en 1966, CARLOS DIEZ es un inquieto artista que debe su renombre internacional a los Pin Ups o retratos eróticos que…



¡Eh, eh, eh!, ¿Pero qué pasa aquí…? ¡Un momento, por favor! ¡Paren las máquinas!



Esto parece la típica biografía que no se lee ni dios, llena de datos que a estas alturas no interesan a nadie y aburrida hasta decir basta. Un biografía normal para una web normal. Y esta no lo es.



Aunque si es eso lo que buscas, si quieres saber dónde estudié, quiénes son mis ídolos y todas esas cosas, siempre puedes tomarte una aspirina y pinchar aquí.

Si no, acompáñame…Hace mucho, mucho tiempo, en una galaxia no tan lejana…
…había un chico bien joven, fascinado por las mujeres hermosas.




Las profesoras de primaria. Las presentadoras de televisión. Las actrices del séptimo arte. Las modelos de publicidad. La vecinita del quinto. Y aquella morena que siempre esperaba el autobús apoyada en la marquesina, su carpeta sobre el pecho, y que jamás se dignó siquiera a mirar o a saludar…




A tan tierna edad, ellas apenas sí eran figuras inalcanzables, fuentes de un anhelo perseverante pero siempre quimérico.


Por suerte, había otros asideros para la evasión. La ciencia ficción y la fantasía fueron mi segunda gran pasión. Mazinger Z, Space 1999, Star Wars… Fueron y son poderosas influencias, tanto en lo personal como en lo laboral. Para entonces, los lápices de colores ya empezaban también a formar parte de mi día a día, y un pliego en blanco era un poderoso reclamo para empezar a desarrollar mi vocación: el dibujo.

Así, entre viñetas e ilustraciones, fueron pasando los años.



La niñez dio paso a la pubertad y, víctima de mis revoltosas, traviesas y un tanto desbocadas hormonas, poco a poco se fue imponiendo en mi obra gráfica la “mujer hermosa” como tema preferente. Parecía que las espadas láser, los saltos al hiperespacio y los gritos de guerra al estilo de “¡puños fuera!” pasaban a un segundo término.



Mi taller por aquel entonces era semejante al de un carpintero o cualquier otro artesano. Solo que en lugar de serruchos, clavos y tarugos de madera, abundaba en paletas de colores, pinceles, aerógrafos, y un sin fin de “revistas para hombres” que fueron en esos comienzos mi fuente de inspiración y documentación.



Poco podía imaginar por aquel entonces que estaba asentado los cimientos de algo que años después cobraría vida propia, rebasando las fronteras de ese pequeño espacio de trabajo para difundirse por todo el ancho mundo. Pero no adelantemos acontecimientos…


Si el taller del famoso carpintero Gepetto, el creador del fantástico Pinoccio, se veía repleto de muñecos, relojes de cuco y otras obras del artista que se apilaban por doquier en cada rincón, las paredes de mi estudio se poblaron rápidamente con los retratos enmarcados de todas esas espléndidas mujeres de papel, fruto de mis primeros encargos y obras libres.



Poco imaginaba que enseguida iba a poder entender qué pudo pasar por la cabeza de Geppeto cuando una de sus creaciones escapó a su control, ya que algo igual de interesante iba a sucederme a mi también…
Realmente no recuerdo cuándo ni cómo empezó todo. Aunque supongo que la razón no fue otra que la extraordinaria difusión que comenzó a tener mi obra a través de exposiciones, libros, portadas de discos y revistas. Los programas de radio y TV en los que comencé a intervenir a través de colaboraciones esporádicas y/o entrevistas también ayudaron lo suyo.



El caso es que poco a poco, y ante mi sorpresa, las más hermosas mujeres que jamás pude imaginar, todas aquellas musas de ensueño que poblaron mi niñez, empezaron a asomarse por mi estudio. Entre ellas, algunas de las celebridades que me sirvieron de inspiración en el pasado. Y ese goteo de bellezas sensacionales no hizo sino aumentar a medida que pasaba el tiempo. Desde ese momento todas las mujeres que he pintado han sido para mí hermosas princesas, el hecho de que todas ellas desearan formar parte de mi obra y ser atrapadas para siempre en el papel por la magia de mis pinceles, me hizo llenarme de orgullo y satisfacción.



Pero aún hubo algo más importante: la calidad humana de la mayoría de ellas, a menudo oculta bajo sus espectaculares curvas. No miento cuando digo que es en el trato cotidiano cuando estas chicas enamoran realmente. Que es debajo de sus cantos de sirena donde a veces se encuentra buena parte de su arrebatadora belleza. Que no hay forma son fondo…




Un sabio dijo en cierta ocasión: ten cuidado con tus sueños, podrían hacerse realidad.

Los míos se están cumpliendo y estoy encantado con ello. Al igual que el hada azul entró en el taller de Gepetto para concederle su mayor deseo y convertir al muñeco de madera Pinoccio en un niño de verdad, parece ser que alguna coetánea suya debió entrar en mi propio estudio para propiciar una travesura similar.



Así, a día de hoy muchas de las bellas mujeres que plasmaba en mis obras a partir de meras fotografías se han “hecho realidad” por encantamiento, emergiendo del papel y saltando de los cuadros en las paredes al suelo de mi estudio con el fin de conocerme. Quieren que las devuelva al lienzo de nuevo mitificadas, divinizadas, ahora que la complicidad ha crecido gracias al entrañable trato humano al que antes me refería.
Además, el crecimiento y difusión de mi obra facilitado por la “red de redes” Internet parece haber provocado un “efecto llamada” al que responden muchas otras musas de todo el mundo. A todas ellas les agradezco la infinita paciencia con que aguardan el momento de fusionarse con el lienzo a través de mi paleta de colores para entrar a formar parte, ellas también, de esta especie de cuento de hadas.



Y así es mi vida ahora. Rodeado de innumerables y bellísimas musas que proceden de los rincones mas insospechados del planeta. Vehículo transmisor de la belleza que de ellas emana para acercarlas a ti, querido espectador que te encuentras al otro lado del papel o de la pantalla.



Es un genuino esfuerzo por perpetuarlas, por inmortalizarlas para siempre en su máximo esplendor.
Por fin he comprendido que esa es mi labor en esta vida, y sin reparos acepto de buen grado la tarea. Lo único que puedo asegurar es que pondré mi máximo empeño en dicho cometido.




Mujeres de ensueño, musas inspiradoras, novias místicas… ¿Productos de mi fantasía que se hicieron realidad? ¿O mujeres reales que han pasado a formar parte de mi fantasía? ¿Importa realmente?

Es el cuento de mi vida, por más que mi vida parezca un cuento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario